Ver a nuestro pequeño chuparse el dedo es, quizá, una de las acciones más enternecedoras que hay. Es un impulso natural relacionado con la toma de pecho y que no debe preocuparnos, a menos que sea un hábito que se exceda de forma prolongada. La succión del pulgar, si no desaparece en un máximo de 2 años, podría tener graves consecuencias para el desarrollo oral del niño.
Para que veas que no es ninguna exageración, nuestros dentistas en Majadahonda te explican las posibles alteraciones que puede fomentar este hábito tan propio de los bebés.
¿Qué ocurre con la succión del pulgar de forma prolongada?
No solo es peligrosa la succión del pulgar por mucho tiempo, sino también el uso del chupete o el biberón. Sabemos que el chupete es necesario para calmar al bebé y el biberón para darles de comer durante los primeros meses, pero un uso prolongado podría afectar negativamente al desarrollo de la cavidad oral del pequeño.
Este hábito sería la causa de la aparición de una deglución atípica infantil, la cual se caracteriza por la malposición de la lengua. Como consecuencia, este músculo empujará a los incisivos superiores e inferiores hacia adelante y hacia atrás, respectivamente. Así las cosas, el paladar no se desarrollará correctamente y será más estrecho de lo común.
Además, la succión del pulgar también puede originar deformaciones en la dentición y las encías, afectando incluso a la musculatura de la cara y la boca. ¡Mucho cuidado!
¿Afecta exclusivamente al desarrollo oral?
¡Para nada! Una de las consecuencias de chuparse el dedo también es la formación de callos en el mismo, o de uñas encarnadas. Es más, podría incluso alterar la dicción de ciertos sonidos.
Si ves que tu hijo mantiene una succión del pulgar prolongada o todavía usa chupete y biberón, te recomendamos ayudarle a deshacerse de estos hábitos cuanto antes. Su sonrisa está en juego. Déjanos cuidarla en nuestra clínica dental en Majadahonda.